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¿Esperanza en la política?

A mis 36 años, no me considero viejo, así que espero que no me sea contado en contra el decir que todavía recuerdo una época en que decir «proteger la familia» y «preservar el matrimonio» eran frases acogidas con gestos de aprobación por la generalidad de las personas, y no, como ocurre hoy, sospechosas de un inconfesable «conservadurismo» o, peor aún, «catolicismo».

Si los lectores de menor edad no entienden claramente lo trágico que es observar este cambio en la sociedad, imaginen el cuidado con que hoy se habla a favor de los «derechos de los niños«, y cómo se sentirían si en el curso de sus vidas, tal frase llegara a ser la más pura manifestación de un cartuchismo y dogmatismo religioso.

No creo que tan lamentable desarrollo cultural se atribuya con justicia a la acción concertada de voluntades o fuerzas que operan en secreto contra la felicidad de los hombres (salvo aquellas de origen sobrenatural, claro, pero hoy quiero hablar de política), sino que me inclino a pensar que su causa más cercana se encuentra en la forma cómo la naturaleza humana reacciona ante la abundancia de bienes materiales.

En efecto, nuestras naciones y comunidades han surgido en medio de una bonanza de tecnología y medios materiales sin precedentes. Ahora bien, ¿Qué ocurre con una persona media, un «católico a mi manera» (de los que abundan en Chile),cuando las circunstancias de la vida le permiten tener resueltas su necesidades más inmediatas? pues que comienza a pensar que todo lo que tiene no se lo debe a nadie más que a sí mismo, se alegra y se felicita por su suerte, inteligencia, laboriosidad o lo que sea importante para él, fantasea acerca de que tal status quo se mantendrá indefinidamente, y por supuesto se olvida de Dios (Sí, ya sé que no hago más que repetir la lectura del domingo pasado Lc 12, 13-21, pero les prometo que esto lo tenía escrito al menos una semana antes).

Por el contrario, cuando este mismo sujeto lo alcanzan dificultades en la vida, lo primero que se pregunta es «¿Por qué a mí?«, como si el solo hecho de ser uno tuviera aparejada alguna garantía de eterna felicidad, luego busca a todos los medios que le permitan sortear las dificultades, y finalmente se vuelve a Dios como último recurso.

Lo que ocurre hoy en día en España, con la liberalización del aborto, en Argentina, con la equiparación de las parejas homosexuales al matrimonio, y en Chile, con el afán de regular las uniones civiles, son manifestaciones a nivel político del mismo fenómeno que nos afecta a todos cuando vemos que nos está yendo bien: no sólo nos olvidamos de Dios, sino que además nos imaginamos que nosotros mismos somos una especie de pequeño dios, cuya voluntad reina suprema sobre todo lo que ve, y nos molesta que otro nos diga «no debes hacer esto».

Esta sobreabundancia en que vivimos se parece mucho a la condición de quien tiene la mente embotada por el alcohol, una verdadera «borrachera de cosas«: el juicio se nos nubla y, salvo por un «sano entusiasmo», nos parece que todo es norma. Sin embargo, lo cierto es que en ese momento es cuando corremos más peligro, pues no atendemos a las señales de advertencia de los riesgos para nosotros mismos o para otros, o, si las vemos, nos encontramos incapaces de actuar en consecuencia.

Lo mismo ocurre con estas leyes que se han dictado ahora último:

  • Sabemos que el aborto es un asesinato: el conocimiento acerca del desarrollo del feto ha avanzado muchísimo desde los años 60, época de la primera oleada de legalizaciones, la genética confirma la individualidad del feto desde la concepción, y las ecografías 3D le han puesto un rostro a esos niños, y sin embargo parece que nuestra loca carrera por asegurarnos el sexo sin consecuencias no se detendrá.
  • Sabemos que el matrimonio de los padres es lo mejor para los hijos: una estadística tras otra confirman lo que el sentido común siempre nos ha dicho, que un niño que cuenta con el apoyo de sus padres es más feliz, aprende a respetar y amar, tiene menos probabilidad de convertirse en un delincuente, cuenta con más recursos económicos, obtiene mejores resultados académicos, y forma familias más estables, pero nada de eso será una razón suficiente para dar a las parejas unidas en matrimonio una vulgar excención tributaria, no sea que las otras parejas lloren «¡nos discriminan!».
  • Sabemos que el divorcio daña a las mujeres: que está directamente relacionado a una mayor pobreza y desamparos, tanto de la mujer como de sus hijos, pero (¡que gran absurdo!) permitir que los hombres abandonen a la mujer de su juventud se ha convertido en una bandera de lucha feminista. Esto nos sugiere que el feminismo tiene más que ver con destruir el viejo orden que con proteger a las mujeres.

En medio de tan lamentable estado de las leyes y la política, a veces nos invade el desánimo y parece que intentamos convencer con razones a un bebé que sólo sabe lo que quiere y que lo quiere ahora, pero conviene pensar que es precisamente cuando un amigo se ha embriagado y se niega a entregar las llaves de su auto, es en ese momento cuando más nos necesita. No dejamos que simplemente vaya y haga lo que su estupidez le dice, sino que le insistimos que escuche a la razón, no sea que nosotros también seamos cómplices en el trágico accidente provocado por su alcoholización.

Por eso es que guardar silencio y esperar inactivos a que la democracia colapse (que lo hará), no es una opción.

Tampoco podemos olvidar que estamos en esto, no para bloquear leyes absurdas o de frentón malignas, ni para ganar elecciones, ni para poner a nuestros conocidos en los cargos políticos, sino para ganar almas, y que el día que, por ejemplo, se prohíba todo aborto procurado, aún seguirán existiendo abortos clandestinos e hijos no deseados, y hacia esas personas es donde debe estar nuestra última preocupación.

Sigamos repitiendo, entonces, que es deber del Estado proteger a la familia y preservar el matrimonio, pero teniendo claro que debemos hacerlo de una forma nueva y creativa, que sea inteligible a una comunidad que cree que todo está bien, que el progreso es inevitable, que el próximo gobierno solucionará todos sus problemas, y que, por lo mismo, no necesita saber de Dios, ni de principios ni razones.

Categorías: Política y derecho
  1. 4/08/10 a las 2:18 pm

    Tu escrito tiene una columna vertebral clara y tan vieja, el miedo. También conlleva una autopercepción un tanto altanera, cuando hablas de borrachera (la sociedad) como si algunos fueran iluminados por la gracia y el resto estuviera sumido en las tinieblas y lo ratificas al decir que “estamos en esto, no para bloquear leyes absurdas o de frentón malignas, ni para ganar elecciones, ni para poner a nuestros conocidos en los cargos políticos, sino para ganar almas”.

    La táctica del miedo es tan antigua y tramposa, porque antes se decía -igual que tú- que la democracia iba a colapsar si la mujer votaba, si todos votaban. Que sin la monarquía -primero del Papa y luego de otros- entraríamos en una anarquía destructiva, que volveríamos a la barbarie.

    Bajo la idea del miedo, se decía que el mundo y la sociedad, los valores, se iban al tacho de la basura si los negros eran libres, peor si se casaban con los blancos, si el vulgo se educaba, si la imprenta se hacía masiva, si los indios tenían alma y un largo etc.

    Hoy, se apela a lo mismo, que la familia está en riesgo, que la especie está en riesgo. Todo eso me recuerda la película Happy Feet, donde un clero de los miembros más viejos dictan el dogma por el cual se rigen los de su especie, y excluyen por ir contra natura, al pingüino que no puede cantar para encontrar pareja –pero sí bailar muy bien-.

    Su don era mal visto, extraño, aberrante, por eso viejos pingüinos.

    Me pregunto ¿No es acaso la sobreabundancia material una bendición de dios, un producto de dios?

    Dos opciones, o dios es causante del fenómeno que describes o el no tiene nada que ver y por ende, la sobreabundancia es producto del ser humano.

  2. 4/08/10 a las 2:23 pm

    De hecho, ahora mismo escribo algo basado en la película. Saludos

  3. 5/08/10 a las 12:02 am

    Jorge:

    La especie no está en riesgo pero la cultura occidental sí lo está.
    Las «sociedades laicas» están envejeciendo y disminuyendo su población.

  4. 5/08/10 a las 4:45 pm

    Sergioa ¿La cultura occidental? No será exagerado.

  5. 6/08/10 a las 9:29 am

    Las “sociedades laicas” están envejeciendo y disminuyendo su población.
    Esto es un hecho.

    Todo indica que, hacia fin de siglo, la población europea será mayoritariamente musulmana.

  6. 6/08/10 a las 3:08 pm

    Dónde están los datos, los estudios sobre eso, o es más bien una apreciación tuya desde tu cosmovisión católica.

    Por otro lado, según la académica de Yale, María Rosa Menocal, el éxito de la España medieval se debió a 500 años de tolerancia étnica y religiosa, donde Católicos, Judíos y Musulmanes crearon un imperio del conocimiento que comenzó a desaparecer precisamente cuando la tolerancia, a manos de los Reyes Católicos, se eliminó de la forma más violenta. Dentro de un siglo, la Armada fue derrocada y el imperio comenzó su lento declive.

    • 6/08/10 a las 4:08 pm

      Bien curiosa la apreciación de la académica, si estima que 500 años de dominación muslmana era un «éxito de la España Medieval», o que 300 años del imperio español son un «lento declive».

  7. 6/08/10 a las 3:15 pm

    La estimación es del historiador Bernard Lewis.
    Imagino que cuando hablas de tolerancia religiosa lo haces inspirado en la Sharia.

  8. 6/08/10 a las 3:38 pm

    Bueno, si nos remitimos a eso y la idea de triunfalismo que utiliza el autor, quizás Lewis ve al Islam como la verdadera religión que está triunfando por sobre la falsa gracias al mismo dios.

    • 6/08/10 a las 3:52 pm

      Al menos el Islam es más verdadero que el agnosticismo que domina en Europa.

      Sólo el cristianismo (y sano) puede oponerse al Islam. Basta con observar que la sharia se está empezando a aplicar en occidente, precisamente en aquellos lugares menos cristianizados.

  9. 6/08/10 a las 4:08 pm

    Jorge:
    La animadversión atea contra la religión -y que exhibes en tu comentario- es la que le facilitó la entrada al Islam en Europa. Creyeron que podrían controlar a la «plaga cristiana» introduciendo una especie predadora foránea, la que ahora está creciendo a un ritmo que no pueden controlar. Mientras los laicos disminuyen y envejecen, los musulmanes son jóvenes y se reproducen a una alta tasa gracias al Estado de Bienestar que los tontitos establecieron.
    Cuando la mayoría de la población europea sea musulmana, no habrá lugar allí para la cultura occidental.
    Los ateos habrán demostrado otra vez su incapacidad de crear una sociedad sustentable.

  10. Jorge
    9/08/10 a las 2:46 pm

    Sergioa, no demoraste mucho en adornar tus argumentos con extravagancias como «animadversión atea»…

    Pero en cuanto a lo que dices, y para tu información histórica, la entrada del Islam a Europa se produjo mucho antes que el ateísmo y el agnosticismo se volvieran masivos.

    Tu tesis de la especie predadora, carece de sustento.

    Ahora bien, supongamos que tu confusión de la llegada del Islam con la llegada de inmigrantes de países musulmanes es correcta, eso se debe a la idea de tolerancia religiosa surgida desde el protestantismo (muy arraigada en los países del norte de Europa) y no del ateísmo.

  11. 10/08/10 a las 6:36 am

    Te muestro que no hay correlación entre tolerancia religiosa protestante y el fenómeno de la masiva entrada de musulmanes a Europa:
    Primero, EEUU también es protestante (mayoritariamente) pero este fenómeno no se ha producido.
    Segundo, en España e Italia no hay protestantes y el fenómeno sí se ha producido.

    Sí hay correlación entre el fenómeno y el socialismo (ateísmo antirreligioso y Estado de Bienestar).

  12. Jorge
    10/08/10 a las 10:04 am

    Sergioa, no hay correlación entre la alta inmigración y el ateísmo.

    Es más si tomo tu argumento, vemos que los inmigrantes llegan a países mayoritariamente católicos, España e Italia. ¿Por qué descartas esa variable de tu análisis?

    Lo cierto es que las primeras oleadas de inmigrantes musulmanes provenían de las ex colonias y llegaron a países como Holanda, Francia y Alemania hace 50 años. Luego llegaron a países escandinavos y al resto de Europa.

    Y no porque hubiera ateísmo, sino porque se requería mano de obra.

    Y Estados Unidos, tiene una barrera natural llamada Atlántico. Ni siquiera los cubanos llegan sin suerte…

  13. 10/08/10 a las 10:39 am

    No me he referido a la alta inmigración en general, en todo momento me he referido a la inmigración musulmana.

    No hay correlación entre inmigración musulmana y país católico.

    ¿Qué políticas producen descenso de la población y falta de mano de obra?

  14. Jorge
    11/08/10 a las 3:17 pm

    Sergioa, tú mismo dices:

    «Te muestro que no hay correlación entre tolerancia religiosa protestante y el fenómeno de la masiva entrada de musulmanes a Europa -y luego agregas- en España e Italia no hay protestantes y el fenómeno sí se ha producido.

    ¿En qué quedamos?

  15. 11/08/10 a las 3:31 pm

    ¿No se entiende?
    La inmigración musulmana no es causada por una tolerancia protestante.

  16. Jorge
    12/08/10 a las 9:20 am

    Sergioa, lo que quiero que expliques es a qué se debe que la mayor incidencia de musulmanes -tal como tú dices- ocurre en países católicos como Italia y España.

    Sí no hay correlación entre tolerancia protestante como al parecer demuestras, claramente la hay entre dogma católico y dogma islámico, o entre catolicismo y socialismo. Aclara tú ese fenómeno y hazte cargo de tus dichos.

    No evadas la respuesta.

  17. 13/08/10 a las 5:13 am

    Ok, ya vimos que no hay correlación entre tolerancia protestante e inmigración musulmana.

    ¿Hay correlación entre país católico e inmigración musulmana?
    No.
    La inmigración musulmana en España e Italia no es mayor que en países escandinavos o que en Francia, que es el país menos católico de los países católicos.

    Es imposible afirmar que a mayor cristianismo (sea católico o sea protestante) haya mayor penetración musulmana.

  18. Jorge
    13/08/10 a las 2:00 pm

    Parece que no has visto Eurostat.

  1. 9/08/10 a las 1:25 pm

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