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5 herejías que debes conocer y poder explicar

¿Sabías que Jesús de Nazaret no dejó nada por escrito? Claro que sí, eso lo sabe todo el mundo, pero tal vez no habías notado lo extraño que resulta ese hecho. Después de todo, los israelitas tenían una gran tradición de libros religiosos, escritos por hombres elegidos por Dios, y si Jesús se consideraba parte de esa tradición uno esperaría poder leer un libro o carta escrito por él.

Sin embargo, Jesús no escribió nada y en cambio se dedicó a predicar y a formar una comunidad en torno suyo, la Iglesia. A esa comunidad le entregó la autoridad para enseñar en su nombre, y les prometió estar junto a ella hasta el fin de los tiempos. Por lo mismo, la doctrina cristiana no apareció completamente formada y fija desde tiempos de Jesús, sino que se ha ido desarrollando y cristalizando, a medida que la Iglesia ha sido cuestionada sobre ella.

Conocer y estudiar las herejías, sobre todo las más antiguas, es una herramienta esencial tanto para la catequesis como para la evangelización. Aquí explicamos 5 de ellas, que lamentablemente todavía son comunes y relevantes en el mundo moderno.

#5. Marcionismo

Cerca del año 120 de nuestra era, cuando todavía se escuchaban los ecos de los apóstoles, un rico comerciante sirio llamado Marción de Sinope se presentó ante la Iglesia de Roma como un nuevo converso. Decía admirar a San Pablo, el
«apóstol de los gentiles», pero pronto reveló sus verdaderos colores: creía que el Antiguo Testamento nos muestra a un dios iracundo y beligerante, todo lo contrario del mensaje de amor universal y misericordia de Jesús. El cristianismo, entonces, debía cortar sus vínculos con la tradición hebrea.

Marción también fue el primero en hablar de un canon cristiano, es decir, una lista de libros que podían leerse en las iglesias, con exclusión de cualquier otro. Solo admitía como divinamente inspirado una versión muy modificada del evangelio de san Lucas y diez cartas de san Pablo. Desde luego, y siguiendo su doctrina herética, descartaba todo el Antiguo Testamento. La Iglesia reaccionó ante este intento de manipular sus enseñanzas y expulsó a Marción, condenándole como el primer hereje del que hay registro en la historia.

En diversas épocas ha habido gente que creyó ver una contradicción fundamental entre el Antiguo y del Nuevo Testamento. Hoy en día, en medio de una gran ignorancia bíblica, no pocos arriban a la misma conclusión que Marción: el dios del Antiguo Testamento es celoso, vengativo y está lleno de mandamientos, mientras que Jesús es una especie de gurú del amor y la tolerancia. La respuesta de la Iglesia ha sido la misma desde antiguo: esa dicotomía es errada, Jesús es el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el Pueblo de Israel, y no vino a abolir la Ley de Moisés, sino a consumarla.

#4. Modalismo

Desde sus inicios, la Iglesia reflexionó acerca de la persona de Jesús y ha buscado la forma de describir su relación con Dios. En el año 215 Tertuliano dio un gran paso en esa tarea, cuando acuñó la palabra «trinidad». Posteriormente la Iglesia definió que Dios es una sola sustancia en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Puesto que se trata de un misterio inaccesible a la razón humana, no sorprende que surgieran explicaciones alternativas, y una muy persistente es el modalismo.

Ya a fines del siglo II, el hereje Sabelio enseñaba que la relación entre las tres personas divinas se explicaba así: Dios se había manifestado como Padre en tiempos del Antiguo Testamento, como Hijo durante la Encarnación, y como Espíritu Santo a partir de Pentecostés. Las personas de la Trinidad, entonces, no sería más que diferentes aspectos o máscaras con que Dios se mostraría en diferentes etapas históricas, o modos de relacionarse con los hombres. De ahí el nombre de esta herejía.

Puesto que la doctrina acerca de la Trinidad atañe a la realidad más íntima de Dios, que es totalmente trascendente a sus criaturas, no debería extrañarnos que sea imposible a la mente humana abarcarla en su totalidad. El modalismo, en cambio, es una idea sencilla y que parece satisfacer el monoteísmo hebreo y las tres personas del cristianismo. Por lo mismo, aún hoy es muy popular entre los aspirantes a teólogo, incluso algunas comunidades protestantes.

#3. Adopcionismo

A juzgar por los debates en la Iglesia primitiva, los primeros cristianos no tenían problema con afirmar con fuerza la divinidad de Jesús. Herejías como el docetismo, el arrianismo o el monofisismo daban por sentado su origen divino, en cambio dudaban de su naturaleza humana. Hoy en día, en cambio, esa corriente parece haberse revertido completamente. Los cristianos tienden más a hablar de Jesús como un hombre más, que compartía nuestras alegrías y flaquezas, y llegan a silenciar del todo la divinidad que habitaba en él.

El adopcionismo se adelantó algunos siglos a esta tendencia moderna. Ya en el siglo VIII enseñaba que Jesús habría sido un simple hombre durante gran parte de su vida, y que en un momento determinado (en la ascensión, crucifixión o bautismo) fue elegido por Dios para ser su hijo.

De cierta forma, el adopcionismo resultaba atractiva tanto para la tradición hebrea como para la griega. Los israelitas esperaban un Mesías humano, que guiara al Pueblo Elegido al modo de Moisés, mientras que los griegos estaban acostumbrados a los hombres que eran elevados por los dioses. Esta herejía también seduce al hombre moderno, racional y cientista, que tiende a minimizar y dudar de los datos sobrenaturales en la revelación. Nos sentimos más cómodos pensando que Jesús es solo un profeta más, uno de tantos hombres sabios que se ha acercado a Dios.

La sana doctrina nos enseña que en la encarnación ocurrió una irrupción sin precedentes de Dios en la historia humana, y que desde el primer momento de la existencia de Jesús habitaba en él (se encontraba unida hipostáticamente a su naturaleza humana) toda la segunda persona de la Santísima Trinidad.

#2. Arrianismo

Sin lugar a duda el arrianismo es la herejía más importante de la historia de la Iglesia. Tanto así que los decretos de dos concilios ecuménicos, el de Nicea en 325 y de Constantinopla en 381, no bastaron para ponerle término. Todo comenzó con Arrio, un presbítero de Alejandría en Egipto, que a fines del siglo III enseñaba que Jesús era de origen divino, la primera criatura del padre y preexistente a toda otra creación, pero no eterno como Dios mismo. Este momento coincidió con una mayor tolerancia religiosa en el Imperio, de modo que la doctrina arriana se expandió rápidamente entre los nuevos conversos al cristianismo. A pesar de ser minoritaria en términos globales, encontró su nicho entre los estratos altos de la sociedad romana. Sin ir más lejos Constanza, la hermana de Constantino, abogó por Arrio ante su hermano, y cuando el propio emperador pidió ser bautizado en su lecho de muerte, el sacramento le fue conferido por Eusebio de Nicomedia, un arriano.

Es fácil ver por qué el arrianismo alcanzó tanta difusión. El Credo de Constantinopla definió que Jesús es «dios de dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios Verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza que el padre», pero esta fórmula, a pesar de su belleza, resulta difícil de encajar en las categorías de la tradición filosófica pagana. En cambio, la doctrina de Arrio parece más clara y razonable, respetando a un tiempo tanto el monoteísmo de la tradición hebrea, como la majestad y trascendencia del Hijo de Dios.

El arrianismo en sí, como tradición doctrinal, fue finalmente derrotado, y actualmente todas las Iglesias cristianas afirman a la doctrina trinitaria de los Concilios de Nicea y Constantinopla. Por definición, para que un grupo se considere cristiano, es indispensable que sostenga la divinidad de Jesús, coeterna con el Padre y el Espiritu Santo. Sin embargo, ello no ha impedido que ideas de corte arriano vuelvan a surgir en religiones pseudo cristianas de gran crecimiento en la actualidad, como los mormones, los protestantes unitarios y los Testigos de Jehová, todos los cuales rechazan la divinidad de Jesús.

#1. Pelagianismo

Si hay una herejía afín a la mentalidad moderna, cuyas ideas se reflejan en el ambiente espiritual de nuestra época, esa sin lugar a duda es el Pelagianismo.

En efecto, el hombre moderno se ve a sí mismo como esencialmente bueno. Sus delitos y trasgresiones no son pecados, sino «errores» o «faltas de comunicación», que en nada afectan su autoestima y su bondad esencial. Tampoco puede haber santos, pues todos somos buenos, y no hay nadie mejor que los demás. Si alguien se mantiene en sus vicios, eso no lo convierte en alguien malo, solo está enfermo, y no necesita arrepentirse de nada. El hombre moderno cree que no necesita un salvador, a lo más podría requerir de un terapeuta.

Toda esta mentalidad haría las delicias de Pelagio, el monje británico que en el siglo V dio origen al pelagianismo, enseñando que no habría tal cosa como el pecado original. El hombre, sostenía, es radicalmente libre, y capaz por la fuerza de su libre voluntad, de vivir conforme a los altos ideales de virtud que propone el cristianismo. Conforme con ello, Cristo no vino a cambiar nada en la naturaleza humana, ninguna mancha asociada al pecado original. Al contrario, su misión era nada más que enseñar su doctrina y mostrarnos, a modo de ejemplo práctico, de lo que un ser humano realmente bueno es capaz de hacer e inspirar en los demás.

¿Cómo podemos hablar de Cristo, el salvador de la humanidad, ante una humanidad que cree que no necesita ser salvada de nada?

Probablemente terminemos presentado a Jesús como un maestro espiritual, un gurú del amor y la misericordia, un hombre más entre otros que se acercaron a Dios. Es casi inevitable hacerlo, cuando ignoramos el dato fundamental del pecado original. Sin la caída del hombre, no ha nada de qué salvarnos, Dios no necesita enviar a su hijo, basta con un simple hombre que dé ejemplo a los demás.

Categorías: Religión
  1. G.M.
    25/05/20 a las 9:29 pm

    Primero mis felicitaciones por su excelente artículo. Sin embargo, me gustaría matizar que la herejía arriana tiene matices muy históricos y sutiles ya que hablamos de los orígenes doctrinales del cristianismo actual. Puede considerarse casi la rama perdedora de una bifurcación doctrinal. Los arrianos NO negaron nunca la divinidad de Jesús, sólo afirmaban que el Padre, era anterior pues como su propio nombre indica había sido engendrado por Él. En tiempos de Arrio el cristianismo ya había absorbido y asimilado las corrientes filosóficas platónicas y las discusiones daban vueltas sobre si el mundo había sido creado o era imanente es decir si emanaba de la voluntad del Dios padre o había sido creado por ella. Afirmar que Jesucristo había sido engendrado por el Padre podía llevar a la idea de la creación ex-nihilo es decir de la nada que habría hecho revolverse en su tumba no sólo a Platón, sino a toda la tradición judeocristiana a las espaldas. Obligaba a bregar con un concepto peligroso ya que Dios es eterno y su hijo al ser engendrado y posterior, no podría serlo. Orígenes ya había anticipado el conflicto pero en aquellos tiempos no había una ortodoxia clara. Arrio solventaba el dilema afirmando que el padre omnipotente, por el mero acto de engendrar al hijo ya lo elevaba a la divinidad, concepto muy platónico y también estoico, que no consiguó convencer a su gran rival Atanasio que, aunque al principio no las tenía todas consigo consiguió tras varios intentos y a la postre llevarse el gato al agua y, asombrosamente, convertir la creación ex-nihilo en una doctrina cristiana oficial (obviaremos el hecho de que el «Logos» o Espíritu Santo ya estaba haciendo acto de presencia animando y apoyando todo el cotarro)
    Todo esto es simplemente para decir que históricamente cualquiera de las versiones hubiera podido salir vencedora ya que discuten sobre realidades inefables. Finalmente tras cuatro siglos de ser una corriente, alterna eso sí, pero poderosa, los arrianos auténticos u «ortodoxos» desaparecieron.
    Pero NUNCA negaron la divinidad de Jesucristo solo afirmaron que su sustancia era diferente. Otra cosa es lo que vino luego.
    Atentamente G.M.

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