Objeciones a la 3ª Vía de Santo Tomás

Continuando con nuestro análisis de las 5 Vïas para demostrar la existencia de Dios de la Suma Teológica, corresponde revisar las objeciones más comunes que se levantan contra la 3a Vía.

«¡Pero esto es lo mismo que el argumento cosmológico o Kalam

Más que una objeción, esta es una confusión. El argumento cosmológico es uno de los más fáciles de explicar y va así: Todo lo que comienza a existir tuvo un creador diferente de sí mismo; La ciencia muestra que el universo, incluyendo el tiempo y la materia, comenzó a existir; Luego, existe un ser creador del universo, inmaterial y eterno, que llamamos Dios. Puesto que la 3a Vía descarta que el universo haya existido siempre y así arriba a un ser necesario, es decir, eterno, seguramente no es más que una formulación más rigurosa del argumento cosmológico o Kalam.

En realidad, ninguno de los argumentos de Santo Tomás puede describirse como cosmológico. Un argumento cosmológico (hay varios) parte de algún dato científico sobre del universo en su conjunto, de su cosmología. Por ejemplo, que el tiempo y el espacio no son eternos, sino que surgieron junto con el universo; o que es indispensable un ajuste extremadamente fino de las condiciones iniciales para que siquiera exista la materia. Cada uno de estos argumentos tiene su mérito, en mi opinión, pero obviamente que no corresponden a nada de lo que podría tener en mente un teólogo medieval. De hecho, Santo Tomás sostiene que la creación del universo no puede demostrarse solo mediante la filosofía, así que sería absurdo que hiciera un argumento que arribara a esa conclusión. Por el contrario, el Aquinate siempre toma como premisa un hecho directamente observable en nuestra experiencia, como que las cosas se mueven, o que son contingentes.

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Chile ya no es un país católico

Una encuesta publicada pocos días atrás por el Centro de Estudios Públicos indica que el número de católicos bajó del 69% al 55%, es decir, 14 puntos porcentuales en los últimos diez años. Se mantiene así la misma tendencia desde el decenio anterior, año 1998, cuando los que se declaraban católicos era un 73%. Es notable que en los estratos altos, que definen las leyes y dirección general del país, solo un 46% se identifica católico, mientras que el 44% (cifra que es equivalente a la anterior desde un punto de vista estadístico) dice ser ateo o agnóstico. En todo caso, esto no implica necesariamente una mayor secularización, pues incluso entre el 24% de encuestados que se identifican como «sin denominación» (ni católico ni evangélico), la mayoría de ellos (un 56%) cree en la vida después de la muerte. La confianza en la Iglesia, en tanto, solo alcanza un 13%.

A nadie puede sorprender las paupérrimas cifras que obtiene la Iglesia en esta encuesta, considerando los factores que se conjugan. Por una parte, el acceso a un mejor estándar de vida, que se asocia a una menor importancia de la religión en la vida de los individuos; y por otra, los numerosos casos de abuso cometidos por sacerdotes y religiosos, que naturalmente conlleva el rechazo a la Iglesia. Poco se puede hacer a estas alturas respecto de ambos. Se trata de un resultado esperable, que no se puede atribuir más que a la incapacidad de los católicos de encarnar su propio mensaje.

Más interesante me parece comentar la columna de Daniel Matamala en torno a la encuesta, titulada El Chile Poscatólico. Si bien el autor en general no destaca por su perspicacia o profundidad de análisis, en este caso ofrece un buen resumen de las reacciones naturales antes este nuevo escenario.

Dice Matamala:

Chile se apresta a convertirse en un país poscatólico, y eso tiene consecuencias que afectan a toda la sociedad. Como dijo Voltaire: «Dios no existe, pero no se lo digan a mi sirviente; podría matarme en la noche». El temor es que, sin el pegamento religioso, las sociedades se desmoronen.

No sé si a estas alturas de la historia alguien todavía tenga ese temor. En otras épocas, tal vez, sin tanta policía ni cárceles, pero ahora…. Es cierto que, ante el retroceso de la afiliación religiosa, muchos buscan rescatarla apelando a su valor social, refugiándose en el rol social que cumpliría. «Al menos reconoce que la Iglesia ayuda a mucha gente, y nos inspira a ayudar», nos quieren decir.

Los católicos debemos rechazar esa clase de argumentos, y no usarlos. El motivo es evidente en la columna de Matamala:

Las democracias modernas han sido exitosas en reemplazar la religión con otros «órdenes imaginados», como los llama el historiador Yuval Noah Harari. Podemos no creer en Dios ni menos en sus representantes en la tierra, siempre que creamos en religiones seculares, como el humanismo, el liberalismo o el nacionalismo.[…] Ninguna de esas convenciones sociales es más «real» que otra. Las libertades individuales y los derechos humanos son una construcción social, tal como lo son Zeus, Alá o Yahvé.

Sócrates fue condenado a muerte por ateísmo, por no prestar el debido respeto a los dioses de su polis. Más allá de si Zeus o Atenea existen, lo importante era proteger la estabilidad y supervivencia de la comunidad. Y 24 siglos después no mucho ha cambiado. El propio Matamala, apelando a su ateísmo, sostiene que las libertades individuales y los derechos humanos no son más reales para él que Zeus, Apolo u otros dioses de la antigüedad.

Es muy sincero de parte de Matamala admitirlo, pero resulta en un desastre para la construcción de la sociedad. De pronto, todos los discursos grandilocuentes sobre las violaciones a los derechos humanos y la protección de la dignidad humana quedan reducidos a una competencia entre constructos culturales, y la capacidad que por ahora tiene Occidente de imponer por la fuerza sus ideas.

El catolicismo es mucho, muchísimo más que todo eso. La Iglesia tiene una verdad objetiva y verificable que ofrecer al mundo. Una cosmovisión fundada en la razón y la experiencia humana, capaz de demostrar sus fundamentos. No es cuestión opinable, sino de una realidad trascendente, que permiten conocer la existencia de Dios, y la realidad histórica de la persona de Jesús de Nazaret. A partir de ahí, y solo a partir de ahí, la dignidad humana y los derechos inalienables son reales, inherentes, anteriores al Estado y a todas sus construcciones culturales. Son reales, son de verdad.

¿Se nos quiere reducir a una institución que hace caridad y reparte sermones de autoayuda? ¿Qué seamos el «opio del pueblo? ¿Qué otorga una pátina de legitimidad a los gobernantes o al sistema político? No, nunca, no gracias. Tenemos mejores cosas que hacer.

Claro que no es fácil. Implica trabajo, y prepararnos en filosofía, ciencia e historia. Tal vez no sea labor para todos, y seguramente no veremos frutos en el próximo gobierno, ni en los 25 siguientes. Pero si la alternativa es el catolicismo cultural, prefiero que Chile sea un país poscatólico.

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Objeciones a la 2ª Vía de Santo Tomás

Teníamos pendiente continuar con el análisis de las 5 Vías para demostrar la existencia de Dios, de Santo Tomás de Aquino. En particular, nos quedó en el tintero revisar algunas respuestas comunes a la 2ª vía.

«Oye, pero esto es lo mismo que la 1a Vía»

Hay un parecido evidente en la estructura con que Santo Tomás explica las dos primeras vías. Comienza con un dato empírico verificable (que existe el cambio, o un orden de causas eficientes), luego establece que ese dato se explica por una serie de entes, para luego descartar que esa cadena pueda extenderse infinitamente. Esa estructura ha llevado a que muchos crean que se trata del mismo argumento, que se nos «pasa gato por liebre» al presentar dos argumentos que en realidad no es más que lo mismo con diferentes palabras. Richard Dawkins lo dice así: «Las tres primeras [pruebas de Tomás de Aquino] son solo formas distintas de decir lo mismo y pueden ser consideradas en conjunto» (El Espejismo de Dios, Cap. 3, R. Dawkins, Espasa Calpe 2007))

Es cierto que hay parecidos, pero solo una lectura superficial llevaría a concluir que hablan de lo mismo. La 1ª y la 2ª vía se parecen entre sí tanto como una rueda y una pizza: ambas pueden tener la misma forma, pero a nadie se le ocurriría ponerle una pizza a un carro o darle un mordisco a una rueda.

El punto de partida es diferente para ambas demostraciones (la realidad del cambio en la 1a, las cadenas causales en la 2ª) y discurren también en terrenos filosóficos diferentes (Las paradojas de la escuela eleática, por un lado; y las cuatro causas de Aristóteles, por otro), y por lo mismo es evidente que no son el mismo argumento.

Encuentro fascinante que el marco filosófico de ambas vías no sea religioso, ni siquiera tiene que ver con la teología natural. La doctrina del acto y la potencia resuelve el problema del cambio planteado por Parménides. La teoría de las cuatro causas nace para entender la realidad física. A primera vista, ninguna de las dos tiene nada que ver con Dios o la espiritualidad.

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Crisis en la Iglesia chilena

La ordalía de la Iglesia chilena parece no tener fin a la vista.

Antes de que el Papa Francisco anunciara su visita a Chile, la cosa venía mal por varios años. Comenzó con casos antiguos como el de Fernando Karadima, y siguió con otros recientes, como la situación provocada en Osorno. Se esperaba que la visita papal marcara un hito en ese proceso. A comienzos de 2018, Francisco llegó y se fue, dejando la sensación de que había poco interés en lo que venía a decir. Lo único que quedó en claro fue que había sido mal informado de la severidad de la crisis de la Iglesia en Chile.

Al poco tiempo los obispos chilenos fueron citados a Roma, y como un gesto inédito presentaron su renuncia en masa. Algunas fueron cursadas inmediatamente y hay rumores de que se aceptarán más, pero de nada sirvió para apaciguar los ánimos. Luego arribó un delegado papal, Charles Scicluna, obispo de Malta, que se entrevistó con los laicos de Osorno y nuevamente pidió disculpas a las víctimas de abusos. El delegado papal se fue de Chile, pero la Iglesia siguió en los titulares. Esta vez, el Ministerio Público abrió con bombos y platillos investigaciones por encubrimiento contra los obispos, en base a la carta enviada por el Papa Francisco, donde lamentaba ese tipo de conductas.

Más recientemente, el Presidente Piñera amenazó sutilmente con no asistir al Te Deum ecuménico (servicio anual con ocasión de las fiestas de independencia), si lo oficiaba el arzobispo de Santiago, investigado por encubrimiento. Y así, suma y sigue, decenas de denuncias y episodios que serían muy largos de detallar aquí. Sería un alivio que un cura sea acusado de desfalco, estafa y robo, dije una vez, y a los pocos días hubo un caso.

Es natural que todo este proceso genere rechazo en la población. Rechazo a la Iglesia en general y a los obispos en particular. Según una encuesta reciente, solo el 46% de los chilenos se declara católico, y un 83% respalda la afirmación de que la Iglesia no es honesta ni transparente.

¿Qué hace un católico de a pie con todo esto?

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Categorías: Iglesia

¿Se puede ser católico y penalista?

La pregunta puede parecer rebuscada, pero los recientes pronunciamientos del magisterio hacen que sea perfectamente válida.

Desde siempre los abogados dedicados al derecho penal, los filósofos morales y de la política, se han preguntado acerca de la competencia e idoneidad del Estado y sus agentes para imponer penas a los ciudadanos. Naturalmente la pena de muerte ha sido objeto de una particular reflexión en este sentido.

Sin intentar resumir un debate que se extiende por siglos, digamos que el argumento más fuerte a favor de eliminar la pena de muerte ha sido la combinación de su carácter irreversible y la posibilidad de un error judicial. La posibilidad de que se cometa una injusticia, que se ejecute por error a una persona inocente, es un riesgo tan alto y terrible. Existiendo otras medidas para detener al delincuente, no parece justificado mantener la pena de muerte como una sanción común en el derecho penal.

El argumento contra la pena de muerte es fuerte, pero hasta ahora no presentaba mayor problema para un abogado católico. Ambas posiciones, a favor y en contra, eran admisibles y sujetas a un juicio prudencial de las circunstancias, pues la pena de muerte no era algo intrínsecamente malo. La posición de los papas recientes, y lo que reflejaba el Catecismo en la redacción que se modificó hace pocos días, era que en la circunstancia actual sus riesgos superaban con mucho a sus beneficios, y por tanto se había vuelto poco prudente.

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Categorías: Política y derecho

Aborto ¿Una cuestión de ponderación?

Pocos días atrás en la capital chilena se realizó la marcha anual por aborto libre. Apenas unos pocos meses después de entrada en vigor de la ley de aborto en 3 causales, y ya van por el aborto libre, lo que había sido su objetivo desde siempre. Abrigo la esperanza que esto sirva a mis hermanos que creen que se puede negociar con la cultura de la muerte. No sean tontos útiles.

La Tercera se une a la orden del día, con una columna donde nuevamente parece ofrecernos un acuerdo razonable, una solución de compromiso. Específicamente, la columnista Sylvia Eyzaguirre propone el viejo sistema de plazos.

¿Cómo equilibrar el interés en la vida del feto con el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo? Lo razonable es establecer un espacio de tiempo dentro del cual la mujer puede decidir si desea tener ese hijo, y fuera del cual el feto tiene derecho a nacer. Esta posición pondera ambos aspectos, los intereses de la mujer y del feto, y por lo tanto es la posición más razonable. Quienes defienden el derecho a abortar sin límite de semanas son efectivamente unos «mataguaguas», y quienes quieren prohibir absolutamente el aborto son cavernarios, pues ambas posiciones ignoran el otro lado de la moneda.

Habrá quien encuentre esta solución razonable y «democrática», pensando que la justicia suele encontrarse en un término medio entre dos posiciones extremas. Nada peor hay en una sociedad moderna y democrática, que ser motejado de extremista o «cavernario». Por eso la columna se titula «certezas que matan». En democracia no hay certezas absolutas, todas las opiniones son válidas, y la única guía que nos queda es la empatía con una u otra posición, o la simpatía de tal o cual rostro.

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Categorías: Pro-vida

Santo Tomás de Aquino en YouTube

El otro día me encontré con este video:

Como ven, se trata de un ateo que aborda uno de mis temas favoritos, las pruebas de la existencia de Dios de Santo Tomás. El tono general del video es, en mi opinión, al menos respetuoso, por lo que me he animado a comentar su explicación de las 5 vías. Hasta consideré la idea de responder por el mismo medio, pero está visto que no tengo un rostro para la TV. En fin.

Pueden adelantar sin perderse mucho hasta el minuto 3. Antes de ese punto se dedica a hablar de temas propios de su canal y a presentar a Santo Tomás. Antes de explicar las 5 Vías, hay una breve digresión acerca de la diferencia entre una demostración y una prueba. Según el anfitrión del canal, una prueba se basaría en la experiencia, en cosas que se pueden ver o tocar; en tanto que una demostración sería un proceso lógico, un silogismo que se resuelve en sí mismo sin referencia a nada real. Con esto se nos intenta decir que las 5 Vías serían meras «demostraciones», y no verdaderas pruebas, que solo podían ser tomadas en serio en una época precientífica, pero no hoy en día.

Hay varios errores aquí. Primero que nada, no siempre es tan claro establecer una distinción entre prueba y demostración. Él da el ejemplo de una huella dactilar como prueba de un delito, pero las pruebas científicas en un proceso judicial nunca se bastan a sí mismas. Son indicios de otro hecho que se debe demostrar, y para ello debe llevarse a cabo un proceso lógico. Una huella debe compararse con la impresión dactilar de un sospechoso, y luego realizar la inferencia que permita conectar a esa persona con el delito. Por otro lado, no es cierto que las demostraciones, sean meros artefactos de la antigüedad. Sin ir más lejos la matemática, que se encuentra a la base de toda la ciencia y tecnología modernas, se construye en base a demostraciones axiomáticas, casi sin referencias a la realidad.

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Categorías: General

5 herejías que debes conocer y poder explicar

¿Sabías que Jesús de Nazaret no dejó nada por escrito? Claro que sí, eso lo sabe todo el mundo, pero tal vez no habías notado lo extraño que resulta ese hecho. Después de todo, los israelitas tenían una gran tradición de libros religiosos, escritos por hombres elegidos por Dios, y si Jesús se consideraba parte de esa tradición uno esperaría poder leer un libro o carta escrito por él.

Sin embargo, Jesús no escribió nada y en cambio se dedicó a predicar y a formar una comunidad en torno suyo, la Iglesia. A esa comunidad le entregó la autoridad para enseñar en su nombre, y les prometió estar junto a ella hasta el fin de los tiempos. Por lo mismo, la doctrina cristiana no apareció completamente formada y fija desde tiempos de Jesús, sino que se ha ido desarrollando y cristalizando, a medida que la Iglesia ha sido cuestionada sobre ella.

Conocer y estudiar las herejías, sobre todo las más antiguas, es una herramienta esencial tanto para la catequesis como para la evangelización. Aquí explicamos 5 de ellas, que lamentablemente todavía son comunes y relevantes en el mundo moderno. Leer más…

Categorías: Religión

Explicación de la 2ª Vía de Santo Tomás

Al introducir nuestra Explicación de la 1ª Vía, recordábamos que las famosas 5 vías o demostraciones de la existencia de Dios de Santo Tomás no son argumentos completos. Más bien son meros esbozos o esqueletos de argumentos, que los alumnos medievales de teología ya conocían y podían explicar en más en detalle. Bajo esa premisa, nos queda a nosotros volver a «vestir» este esqueleto, para darle una forma más comprensible.

Revisemos, entonces, en esta entrada la 2ª Vía, llamada Vía de la Causa Eficiente.

La segunda [vía para demostrar la existencia de Dios] es la que se deduce de la causa eficiente.

Al igual como ocurría en la 1ª Vía con el «movimiento», cuando Santo Tomás habla aquí de la «causa eficiente» lo hace en un sentido técnico filosófico. De una pasada y como si fuera poca cosa, la Suma Teológica trae a colación la famosa teoría de las cuatro causas de Aristóteles.

Según el Filósofo los seres sustanciales, aquellos que existen en si mismos (también hay seres accidentales, que existen en otros, como el color, las relaciones, etc.), se explican mediante cuatro aspectos del ser o causas:

  • Causa material: el material de que una cosa está hecha.
  • Causa formal: la forma de una cosa, que define qué es.
  • Causa eficiente: Lo que provocó que una cosa llegara a suceder o existir.
  • Causa final: El efecto que una cosa tiende a producir en circunstancias normales.

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¡Horror! La Biblia se copió… (Parte 2)

En la entrada anterior comenzamos a explicar por qué no debemos ponernos nerviosos cuando se dice que los relatos de la Biblia fueron copiados de otras fuentes de la antigüedad. Por mucho tiempo fue muy fácil hacer este tipo de acusaciones, pero hoy, cuando las fuentes originales están disponibles en línea, la gran mayoría de los supuestos plagios se desvanecer al leer el texto original y encontrar que el relato mismo es diferente.

Superado esa simple prueba, todavía hay casos donde surge cierta correlación entre el relato bíblico y el mito.

Paso 3: Coincidencias no implica copia

Los mitos son relatos que, de cierta forma, definen una cultura. De algún modo resuenan con su audiencia, porque reflejan y explican una parte de su vida diaria. El dios más importante será de un pueblo guerrero será el de la guerra, y sus sagas serán las que se repitan una y otra vez. Si otra cultura se desarrolla en torno al comercio y la navegación, esos relatos tendrán más importancia en sus mitos. A nadie debería sorprender, entonces, que los relatos de la Biblia reflejen aspectos la vida que eran comunes en la época en que se escribieron.

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