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El argumento libertario

A propósito de la píldora del día después, se ha vuelto a emplear el «argumento de la libertad». Ya resulta majadero, pero cada vez que un gobierno decide apoyar un mal, basta con decir «el gobierno no impone nada, sólo da la opción a los ciudadanos para que ellos tomen libremente una decisión». Aborto, divorcio, poligamia, matrimonio homosexual, todo cabe aquí, en nombre de la libertad.

Desmontar este argumento no es fácil, porque la democracia asegura que una ley no se dicta en el vacío, sino que es producto de las tendencias en una comunidad, y cuando una comunidad ha dejado de percibir como mala o socialmente relevante una conducta, es fácil que caiga en el truco de «es su vida, es su opción, yo no me meto». En una comunidad cada vez más individualista, el argumento de la libertad es una carta ganadora.

La respuesta más rápida y fácil, como generalmente ocurre, es una reductio ad absurdum: si el gobierno quisiera permitir que la gente hiciera lo que quisiera en su matrimonio, tampoco impondría que fuera sólo entre dos personas, o entre dos adultos, o entre personas de diferente sexo. Otro caso: si el gobierno no quisiera imponer una moral determinada, tampoco impediría que la madre pudiera matar a su hijo hasta los 5 años, por ejemplo, cuando no tiene medios para mantenerlo.

Lamentablemente, la réplica de la contraparte no es racional sino puramente emocional: «¡Es que nadie está proponiendo el infanticidio! ¿Estás tú proponiendo que matemos a los niños? Qué clase de monstruo pensaría tal cosa cuando hay decisiones tan dolorosas en juego ¡Qué falta de respeto a las mujeres pensar que tomarán estas opciones tal livianamente!». El problema es que la experiencia en otros países demuestra que, legalizado el aborto se busca la eugenesia, y un feto de raza negra en los E.U.A. tiene 30% más de posibilidades de ser abortado que uno de raza blanca.

Sin embargo, luego de esa ráfaga de emociones, no es posible explicar que lo que se que se quería mostrar es que apelar a la libertad no basta, porque sirve para justificar cualquier cosa, incluso aquellas tan terribles y que los propios proponentes de la libertad rechazan. Debemos buscar otra forma de enfrentar el argumento libertario.

Veamos qué les parece esta posible respuesta al argumento libertario:

En el S. IV San Agustín estableció las bases para toda convivencia en sociedad: En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, caridad. Nuestros oponentes han recurrido a la libertad para pedir que se permita el aborto (por ejemplo), es decir, no lo consideran esencial. Nosotros, en cambio creemos que defender la vida de las personas es un principio esencial de la vida en comunidad, y por eso llamamos a que todos no unamos en la protección del más débil, sin olvidar que en todo debe haber caridad, es decir, acoger a la joven o mujer en las dificultades que naturalmente le corresponde enfrentar en esa situación, e incluso sancionar duramente al padre de la criatura o al familiar que la induce al aborto.

Categorías: Política y derecho
  1. Tito
    2/11/07 a las 11:27 am

    Por no decir que los mismos que hablan de libertad son los que ocultan información acerca de estos fármacos (como por ejemplo su acción abortiva). El engaño no es un problema menor en estos asuntos.

    Saludos.

    pd: Fíjate que se te pasó un error en el último párrafo, repetiste esencial.

  2. Tito
    2/11/07 a las 1:45 pm

    Perdón, creo que había leído apurado. 🙂
    Saludos!

  3. 2/11/07 a las 6:20 pm

    Sí, muchas veces uno defiende la vida de un nonato y te salen con un «¿y la vida de la madre adolescente, embarazada por violación de un hombre con Sida, deficiente mental, pobre, con daño por maltrato intrafamiliar, y desahuciada de cáncer terminal?» ayayayyyyy es difícil hacerlos comprender que a pesar de todos esos extremos, juntos o separados, hay un bien superir que respetar y es la vida inocente. ¿La niña violada débil mental es inocente? ¡pues claro!, hagamos lo imposible para evitarlo; si sucede, ayudemos; creemos otra ONG para asilarlos y acogerlos, etc, pero no matemos más encima de todas las desgracias. Tendremos dos víctimas inocentes para más remate.

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