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Ekklesia, Iglesia y las puertas del infierno

Todo católico que se precie de tal debería conocer la famosa promesa de NSJC a San Pedro:

Mt 18, 16 Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.

Y entendemos que Jesús compara a Pedro con una de las piedras que sirven de cimiento a nuestras las iglesias, y que Él construirá sobre él el magnífico edificio de la Iglesia, de modo que será firme y permanente, y sus enemigos no lograrán derribarla. Al menos para mí, este es el sentido primario de las palabras de NSJC, impregnada de comparaciones arquitectónicas, que se refuerzan aún más cuando recordamos que otras traducciones hablan de que serán las «Puertas del Infierno» las que no prevalecerán contra la Iglesia.

Pero ¿Qué pueden haber entendido lo apóstoles cuando Jesús dirigió estas palabras a San Pedro?

Sabemos que «iglesia» proviene de la voz griega compuesta que se translitera como «ecclesia«, que significa «los convocados», y que originalmente designaba a la asamblea que en las ciudades griegas reunía a los varones adultos, órgano político que fue introducido durante las reformas de Solón, en el S. VI antes de Cristo. Esta nota etimológica ha llevado a algunos a sostener que las palabras de Cristo acerca de la Iglesia nunca habrían sido realmente pronunciadas por Él, sobre todo en el evangelio de San Mateo, sino que corresponden a interpolaciones posteriores, producto de la penetración del mensaje cristiano en una cultura helenizada.

Contra esta interpretación, el Dr. Brant Pitre sostiene –en su conferencia Jesus and the Mistery of the Kingdom–, que la referencia a una asamblea popular forma parte de la tradición hebrea, en la palabra «Qahal», que encontramos cerca de 100 veces en el Antiguo Testamento, en pasajes tan importantes como Éxodo 12,6 (donde se describe la forma de sacrificar el cordero pascual) y Deuteronomio 9,10 (donde se menciona como «el día de la asamblea»), y que hacen referencia a la reunión del pueblo de Dios, en un ámbito litúrgico. Así, lejos de ser una innovación de los cristianos, plantea el profesor Pitre que es perfectamente coherente con la cultura judaica del S. I el dotar a la comunidad de creyentes de una relevancia religiosa y de una estructura, representada por el apóstol Pedro y los once, en referencia a los doce patriarcas del pueblo de Israel.

Más allá de esta cuestión, vemos que hay una discrepancia fundamental en el significado literal que un cristiano (principalmente yo) podría atribuir a las palabras de Cristo en este pasaje, y la forma en que los apóstoles debieron haberlas recibido. En efecto, ellos no conocían ninguna iglesia/ecclesia/qahal fabricada con piedras, sino que para ellos el único significado posible era el de una reunión de personas ¿Qué podría querer decir el Maestro al hablar de Simón como la piedra basal de sus discípulos? Si Jesús estuviera comparando a sus seguidores con los ladrillos o piedras que forman una construcción, lo esperable sería que dijera «edificaré mi Templo», que era el edificio dedicado a Dios en la cultura de la época, o «sobre esta piedra edificaré mi sinagoga», pero no «sobre esta piedra construiré mi asamblea».

Por otro lado, no menos extraño es escuchar que «las puertas del infierno» no prevalecerá contra la Iglesia, pues una puerta no suele prevalecer contra nada, simplemente se queda ahí, abierta o cerrada. Podemos forzar aún más la analogía, e imaginarnos a la Iglesia como una fortaleza que está siendo bombardeada con puertas, una tras otra, todas muy infernales ellas, las cuales sin embargo se destrozan contra sus muros gracias a la protección de Cristo, pero eso resulta todavía más peculiar.

Todos estos problemas nos llevan a dar una interpretación simbólica a esa expresión, que luego se traspasa a la traducción y terminamos leyendo que «el poder de la Muerte» será el que no prevalecerá contra la comunidad que permanezca, unida a San Pedro y a su sucesor. Desde luego, esto es absolutamente cierto, pero creo que al asumir directamente esta interpretación, perdemos una dimensión importante de la misión de la Iglesia.

Porque si nos enfocamos en lo que los apóstoles entendieron al escuchar estas palabras –una gran reunión de cristianos asentada sobre una gran piedra–, entonces ya no somos un edificio que soporta pasivamente lo que le arrojan, sino que empezamos a parecernos a un pueblo o ciudad, construido sobre una montaña, imagen que NSJC ya usó en el sermón del monte:

Mt 5,14 Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.

¿Y las puertas del infierno? Si pensamos que esta asamblea/ciudad está en oposición al poder de la muerte, resulta natural recordar que las puertas juegan un papel importante en la forma como se entendía la guerra en la época, pero como parte de las estructuras defensivas de una ciudad amurallada. Entonces, lo que nos proponen las palabras que Jesús dirige a San Pedro, es que la ciudad edificada sobre la roca la que está a la ofensiva, con su ejército presionando contra la ciudad cuyas defensas son las Puertas del Hades.

En conclusión, parece que la imagen que intenta establecer NSJC en este verso es más bélica que arquitectónica, y eso debería ser un llamado a la actitud que debemos tener hacia nuestra fe, activa y a la ofensiva, al menos para todo católico que se precie de tal.

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  1. Alexis Louvet
    1/05/13 a las 12:25 am

    Siempre pensé que esa era la explicación obvia del texto. Aunque nunca escuché a nadie comentarlo de ese modo. Siempre escuchamos interpretaciones «defensivas». Cuando en realidad parece que la Iglesia está «sitiando» al Hades… Esas puertas vencidas pueden verse en cualquier icono oriental del descenso de Cristo a los infiernos. ¡Bendiciones!

    • 1/05/13 a las 7:58 am

      ¡Yo también! siempre lo entendí de una forma defensiva hasta hace poco. Quién sabe cuántas cosas damos por sentadas.

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